Los grandes sabios como Sukadeva Gosvami no apreciaron mucho el comportamiento del rey Indra hacia Krishna. Por Su misericordia sin causa, Krishna había ido al reino celestial, Amaravati, para regalarle a Indra los zarcillos de su madre que se habían perdido con Bhaumasura, e Indra había estado muy contento de recibirlos. Pero cuando Krishna se llevó una planta de la flor del reino celestial, Indra lo desafió para que luchara con él. Ese es un ejemplo de egoísmo dado por Indra.
Él ofreció sus oraciones, bajando su cabeza a los pies de loto de Krishna, pero tan pronto como su propósito estaba satisfecho, se convirtió en una criatura diferente. Así son los tratos entre los hombres materialistas. Ellos siempre están interesados en su propio provecho. Con este propósito, pueden ofrecer todo tipo de respeto a cualquiera, pero cuando se termina su interés personal, ya no son amigos. Esta naturaleza egoísta no solamente se encuentra entre la clase más rica de hombres de este planeta, sino que está presente aun en personalidades como Indra y otros semidioses. El tener demasiadas riquezas vuelve egoísta al hombre. Un hombre egoísta no está dispuesto a desarrollar conciencia de Krishna, y los grandes devotos como Sukadeva Gosvami lo condenan. En otras palabras, la posesión de demasiadas riquezas mundanas lo incapacita a uno para el desarrollo de conciencia de Krishna.
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